
Hay un techo metálico excedido en aislantes y bolsas de dormir.
Hay un techo con acumulaciones de un humor ansioso, tranquilo y perezoso, extraña combinación.
Hay un techo con un imaginario de nuevos cielos, soles, tierra y agua.
Hay un techo con vista a los campos más amarillos y verdosos, llanuras infinitas que adormecen el alma.
“¿Qué es lo que te llama tanto la atención de la aburrida llanura?”
“Su horizonte, su infinito. Uno aprecia mas la redondes de la tierra.”
Hace aproximadamente 9 horas que el vaivén propuso convertirse en nuestra cuna y aun faltan 16 horas más, imperceptibles, el sueño es mi salvador y un boleto de $60 para un asiento de primera mi consuelo. Un valor bajo en este gusano verde frente al valor real que sucumbe en las mentes de los viajeros durante el enero de todos los años. Fechas marcadas con matices traídos de diferentes paisajes, olores y sabores. Libros y cartas son los favoritos en este tren; Wilde, Galeano, Benedetti y Freire son algunos elegidos; y claro qué es de una buena lectura sin el más sabio de todos, el mejor compañero: el MATE.
Los personajes son casi uniformes, claro hippies… pero donde esta la remera de Bob Marley? Y ahí estaba a tan solo dos asientos de distancia.
Son locos despeinados, desesperados por una soltura de cuerda de las
ataduras rutinarias, transeúntes con zapatos que hoy visten alpargatas. ¿Libertad? Claro que no. Pero nos encanta, viajeros, imaginar que este sueño existe con cada sorbo de mate entre amigos, con cada caricia de agua en el arroyo o el río, con cada mirada sorprendida ante esta naturaleza, con cada sonrisa de un primer encuentro de extraños. Hay algo que me hace querer conectar con mi tierra, la curiosidad, esa mirada extraña frente al nuevo doblez del mapa llamado Argentina. Un doblez que me muestra nuevas vías de naufragios con ilusiones celestiales para quienes viven horarios sin respiro. Se huele en el aire, deseos de descanso, deseos de escapatoria del cotidiano urbano de color gris. El viaje: el escape de los rebeldes. A no! Eso era el arte, pero… ¿por que no? Y este 2011 nos lleva a la paleta del pintor mas alegre de todas; no serán más que los sonidos de charangos y quenas las que dibujen en sus montañas norteñas matices de un cerro de siete colores. Para allá nos traslada esta cápsula de tiempo metálica: primera parada Tucumán.