jueves, 4 de agosto de 2011

Aca hay babylon




Despejando los cientos de cuerpos presentes entre brazos apresurados por el flash, por el blackberry y el smartphone de la feria; se puede ver sobre el escenario al artista de esta noche. Una de las mayores revelaciones del reggae local de los últimos tiempos vuelve a San Miguel para presentar ”Vivi en Do” su último disco. Este cantante llega a las notas altas, este cantante sorprende con su voz tan seductora, tan potente, tan afinada en los rincones del conurbano bonaerence. Sus canciones melódicas parecidas al pop del mas rancio sentimentalismo intensamente son repetidas como himno por este público exento de colores jamaiquinos. Son pocas rastas las que se pueden dislumbrar esta noche entre las luces coloridas, lo único de reggae de este espectáculo. Alguien tira una bandera con el rostro de un leon al escenario, este artista la agarra con respeto.
Si el reggae en su esencia estaba recargado con un alto contenido social y político en el que los temas más recurrentes eran la pobreza, la resistencia al gobierno y la opresión racial, Bob Marley, Peter Tosh o incluso Luca Prodan esta noche se deben estar revolcando en sus respectivas tumbas con tanto evangelismo barato en las letras vacias del tan popular ganador del podio taquillero. Y no es que ese género musical no haya participado activamente en la difusion de determinadas religiones. Hay que destacar que muchos de sus representantes han difundido contenido religioso, pero de la religion Rastafari, de aquellos esclavos doblegados ante el poder; y no de la religion hermana del espiritu capitalista con sus éticas protestantes. El reggae es la música popular de toda Jamaica, principalmente la que expresaba los sentimientos del gueto y los desposeídos. Y claro esta el consumo de marihuna, seríamos hipócritas si lo negaramos y aca... hay muy poco olor a maria.
Otro que Fidel Nadal le canta al amor y a la facil letra del corazon roto. No puede ser de otra manera porque el amor es universal, el amor es international love, el amor mueve a las masas tristes, el amor es esperanzador, el amor cocificado vende mas; y la protesta del roots reggae que representa esa bandera arrojada al escenario, esa música molesta que hasta el punk de The Clash respetaba por su similitud en la protesta, esta de mas...
Y bueno no todos son resistencia... como bandas que canta el mas fino reggae de barrio, en donde no existe ni siquiera babylon sino la mas objetiva "gorra" y sus políticos corruptos, tan actual y tan de aca.
Ahora comprendo la nueva moda, ahora veo en sus ojos al verdadero músico. No se preocupen amantes del reggae cuando les comenten en la Rolling Stone que esta música maravillosa esta de moda, no se sientan insultados porque de hecho tienen razón. Pero no se precipiten ya que hablan de este reggea, esta nueva version que no conserva sus raices y tiene muchos pelos en la lengua. Una vez más las industrias han corrompido el corazon puro y lleno del ser de la musica, convirtió al punk en su antitesis en el pasado transformandolo en un género de fácil empaque, sin dureza y a veces hasta frágil; y como no podia ser de otra manera un nuevo género quedó atrapado hace tiempo en las garras de sus bolsillos.
"Tu sin mi" suena de fondo. Todos cantan como locos cuando sus rastas son exibidas sin modestia. Hemosas y hasta pretenciosas posan para la cámara. Muy poco olor a marihuana, muy poco salto real, mucho olor a biblia y a paso de cumbia descasan esta noche en el piso de madera del club san migueleño ¿Ya adivinaron quien es "ese artista" revelación de reggae local?

Una imagen dice más que mil palabras...

Un pestañeo a los rincones de la ciudad de Mendoza





martes, 26 de julio de 2011

A Mendoza




"un dia de estos me voy a ir, por el camino que nunca fui
lejos de toda mezquindad, todo egoismo..."

Se escucha despacito, casi susurrando la mirada viajera sobre el manto poético de los Andes que descubre con cuidado esos vestigios de luz...
Eran las 6 am de una noche de pícara delincuencia y giros en los barrios de San Miguel cuando el mismo murmullo del amanecer de las cuadras llanas me pidieron una bajada de cambio. Una vez me aconsejaron: Hace lo que sientas. Se siente, se quiere, se puede... y esta alma viajera no puede dejar su curiosidad de lado. Eran las 8 cuando arme el bolso y las 17.45 cuando el retrasado rápido argentino freno bruscamente frente al cordón del atardecer de la terminal de Retiro.
Buenos Aires me despedia por unos días con lo mejor de sus esquinas. Tanto barrio en los coloridos pasillos de la villa 31, tan cosmopolita los reflejos del Sheraton a pocas cuadras, tan contradictoria este azfalto matutino.
Que mejor que acompañar ese atardecer de terciopelo con un poco de reggea en los oidos. La siesta me navega pronto a los territorios de en sueño mientras las estrellas no dejan de sorprenderme con su belleza solitaria en la noche de los campos pampeanos.
Amanece. Se desprende sobre la derecha del metálico a ruedas un sol de una trillada coloracion naranja, un cielo teñido de rojos y azules. Las estrellas apartan la mirada y ya no son las protagonistas presumidas de la mañana. En frente lo innovador para mis ojos: los Andes son pintados de un delicado rosado, sus riscos con nieve son pan de azucar de plaza, una paleta pastel para la bienvenida a una vieja casa ya conocida. ¿Conocida? Seguramente un simple fin de semana no es suficiente para conocerla o más bien recordarla, pero al menos nos deleitaremos con un poquito de sus bordes mas pronunciados.

sábado, 18 de junio de 2011

NTVG



La multitud espera excitada, se escuchan cánticos agitados que rompen esta ola de río intranquila. No, No te va a gustar, no te va, no te va, no te va a gustar…!!
Luego de haberse presentado en el Luna Park con entradas agotadas el río platense desaparece una vez más para fusionar estas dos tierras tan parecidas bajo el titulo de “Por lo menos hoy”. El punto de unión en este caso se presenta a unos pocos minutos del centro de San Miguel, la gente del conurbano se merece de vez en cuando rituales de esta magnitud, Jose C Paz es una fiesta.
Unas sombras se mueven en la oscuridad del escenario y las luces dan lugar a una de las bandas uruguayas más queridas en estos tiempos. NTVG esta contenta, la banda no desperdicia derroches de simpatía en cada acorde. Arranca su repertorio de canciones con Fuera de Control satisfaciendo de esta manera a la ola expectante con agite en la sangre; para que el público salte, para que cante, para que se canse y quiera navegar con este bote escondido detrás del escenario (tapa del disco) en una siesta delicada y sensual en el momento en que le cante como le encantaría “que estuvieras dormida y volver a verte reír”. El público femenino larga un mar de suspiros dulces y llenos de lujuria. “Que lindo que es” grita una chica. Emiliano baila a la par de su micrófono con movimientos lentos, con una voz más que seductora, con los ojos cerrados...
“Tocamos acá en el 2005, antes éramos 300, ahora somos más, eso esta bueno” Y el líder de esta banda tiene razón, ahora son más, muchos más.
NTVG esta excedida en alegría, en carisma y en simpatía. Y lo demuestra en cada sonrisa al público, en cada juego cómplice entre sus miradas, en cada palabra. El ejemplo sin duda de todo esto es quien canta cada tema como si fuera un fanático más, le canta al público como si esta masa de gente fuera realmente el artista en un escenario invisible pero presente: Denis Ramos tiene una sonrisa de oreja a oreja junto a su trombón.
La hora del descanso llega con la segunda parte del espectáculo y una introducción de instrumentos variados al escenario, un bombo, un chelo eléctrico, que abanican a una cuna que viene y va en un oleaje hipnótico junto a estas luces elípticas. Un regalo semi acústico con De Nada Sirve o Memoria del Olvido. NTVG nos demuestra su capacidad para abordar diferentes estilos entre ska, reggae, rock, y por supuesto candombe y murga. De esa forma llega Clara creando una atmósfera de comunión en el punto más emotivo de la noche.
Arde, arden las heridas. “No hace bien escuchar estos temas solita” me dicen al oído. La voz extraña tenia razón, el amor que esta banda desprende de sus labios es contagioso y te inunda de preguntas cuando cierran los ojos ¿A quien le estarán cantando? ¿Quién fue la razón de un corazón tan roto? “Voy a cantar un tema del nuevo disco, pensaba que me iba a costar memorizarla porque tiene unas partes raras… pero ahora la conozco mejor que muchos otros temas viejos”. Chau emociona, Chau brota escalofríos entre tanto calor. Mas de uno, más que cantar grita, más que callar silencia, más de uno llora. La música es universal y esta universalidad ancla en el río una identidad compartida donde el norte no existe y todo es Sur.
Y cuando ya todos pensaban que este ritual de Ruta 8 y 197 se acababa… “Espero que no se quieran ir porque faltan muchos temas” Suben la temperatura nuevamente y Emi provoca al publico preguntando “¿La gente de José C Paz baila?” para dar lugar a temas como Pensar, Cero a la Izquierda y un obsequio más que agradecido desde Todo un Palo de los Redondos.
Y desde ya, el juego de siempre, me voy pero no me voy. Es hora de llamar al ego del artista para que nos regale un brote más de tanto arte.
“Como nos vamos a ir si esto nos hace tan bien” dice el cantante.
Más de dos horas de sangre, sudor y lágrimas cancioneras.
Un poco más, un hasta pronto y nos veremos en otra ocasión quizás en Auditorio Sur…

martes, 22 de marzo de 2011

Tilcara




Un poquito de sabor a Enero

De camino a Tilcara por la Ruta nro 9 la vista es increíble. Así tan llano y simple como esa palabra: increíble. Muy pocas veces dibujo con instrumentos simples la belleza, pero es tal la magnitud en esta oportunidad que mis ojos no pueden creer el paisaje que se impone del otro lado del vidrio. Es tal la magnitud que toda esa palabrería hermosa con la que describo tantas cosas, lugares que ahora me parecen mundanos, cae en el orden de lo indigno, la cotidianidad de lo ordinariamente lindo.
El camino de Maimara, Purmamarca, Tilcara, es increíble, solo eso.
La belleza es tan otra belleza…

Giramos en una curva pronunciada para entrar de lleno esta tarde en uno de los valles mas preciosos que pude visitar en el norte. Las primeras carpas irrumpen con su color llamativo en el paisaje terroso de casas, extensiones de tierra, pequeños cuadrados de adobe que se elevan entre los valles, tan autóctonos como los cardones gigantes que crecen en el pedregal, juntadas de roca colorida, ruinas quizás de una vieja historia. Estos refugios se distinguen chillones como el turista masivo con cámara de fotos se distingue de los lugareños.
Tilcara en estas fechas es sinónimo de contradicciones. Un lugar hermoso y horrible, de paz y de joda, de mate y alcohol, de tarde y de noche, de frío y calor.
La terminal y sus calles de tierra están repletas de colectivos y de gente que desborda el lugar con impaciencia… me asusta pensar que este pueblo de fachada delicada, simple y chica puede llegar a resquebrajarse con tantas personas como si fuera una esfera de cristal. Impaciencia… creí nunca tener que utilizar esta palabra en el norte.
Hay una contaminación muy grande jujeños, supuestos “dueños del lugar”, se lo apropian, se lo reclaman, se lo exclama, ¡Enero Tilcareño es jujeño!, entonces hacemos lo que queremos. Y una exclamación un poco más sorda de la invasión porteña que se cree dueño de todo, pero eso, claro, ya es natural en ellos.
El primer impacto fue justamente eso, un impacto, con matices de un sabor amargo en la boca de lenguas iguales con acentos diferentes. Un sentimiento de rechazo y de gran anhelo hacia tu dorado bolsillo. Pero como suelen decir la primera impresión no siempre es la correcta y no hay nada que un buen fin de semana no pueda curar con un poco de noche y un domingo de mate. Actividades para amigarse con el lugar.
Degustar las contradicciones de Tilcara en Enero es nuestra actividad turística y se parece a ver tocar a Alma Jujeña y a Abel Pintos en el Club Terri junto a litros de Fernet, o ir a ver un partido de futbol femenino en las lejanías de dicho valle, o intentar subir a la garganta del diablo a las 10 de la noche, o ir al museo arqueológico de la plaza, o tomar mate con conocidos en cada rincón de las calles de tierra, o salir a bailar al quincho con canadienses, o bailar también en las calles de la plaza, o contrabandear una cerveza, o escaparse de un hostel estafador, o comer tortillas con queso y empanadas de cayote, o ser corridas por llamas en la cima de un mirador, o disfrutar del perfume de los jardines mas coloridos que haya visto en el camino a la laguna de los patos, o visitar el pucara de Tilcara junto con sus propias contradicciones arqueológicas, pero esta última es historia para otro relato.

viernes, 4 de marzo de 2011

Museo de la "Pachamama" vs. Ruinas de Quilmes




Entre una relación divina de pecados; el lugar en el que pude por primera vez en mi vida probar las riquísimas humitas en un pequeño puesto de calle mientras cantaba a las nubes Salamanca, y no, no son empanadas como me dijo entre risas un lugareño, y el mejor lugar donde salimos de noche (historia que solo se la dejo a la divinidad); Amaicha del Valle guarda en mi memoria una historia de lucha indígena.

Boliche con pinta de museo

A unos metros del centro se encuentra el Museo de la Pachamama. Un lugar maravilloso de fachada cultural falsa, de rasgos vanidosos y adornos soberbios. Lo cierto es que el “museo” es realmente un lugar bello de recorridos bien adornados y exposiciones llevadas a cabo con la mayor pulcritud, orden cronológico, paredes empedradas y un guía desganado. Es una muestra de arte con brillantina turística. Un patio con laberintos curiosos que celebra la fantasía de un boliche nocturno entre escaleras, amplios patios de adoquines, balcones vistosos y esculturas imponentes. Y una última sala que delata la finalidad comercial por sobre los valores reales de la pachamama. Obras de arte de autor. Cruz y sus esculturas, Cruz y sus tejidos, Cruz y sus hermosas pinturas con rasgos nativos, Cruz infinito arquitecto, Cruz el buen artista autóctono que llevo su cultura a las masas.
“Para consultar los precios de las pinturas por favor dirigirse al hall de entrada.”
Pero la verdad es que Cruz el buen artista es por sobre sus buenos dones creativos un empresario muy “audaz...”
Hipocresía en Amaicha con un cartel sin vergüenza:
“Museo de la Pachamama – Cuna de arte Indígena.”
La historia de Cruz se reunirá conmigo nuevamente unos Km. más arriba por la Ruta 40.

Pachamama en los Valles

Las montañas se abren paso como puertas para dar lugar a los valles calchaquíes. Un surco de tierra que nos invita a explorar sus rincones. Camino a Cafayate hay una parada obligatoria para todo aquel que quiera ver la otra cara de la pachamama, la verdadera pacha y “unas piedritas apiladas” según un san migueleño después de beber un sorbo más de Fernet.
Doblamos perpendicularmente en la ruta a una calle un poco rústica. Quien nos lleva por estos caminos es Duende. Un descendiente, un miembro de la comunidad Quilmes que nos cuenta, con la mas atractivas de sus auras, su historia y la de su familia. Aunque la sangre de los valles corra por sus venas, pertenecer a un pueblo indígena no es una cuestión de raza o color, seria algo oscuro concebirlo así incluso después de tanto mestizaje, se trata de abrazar una visión con el mundo, una forma de vida en la que el hombre se adapta a la naturaleza y no al revés. Y es esa ideología con los elementos la que nos cuenta Duende con una voz tranquila, pausada, dulce y placentera, que cuando pronuncia palabra es la sentencia para la voz extraña. Todos callan, todos lo quieren oír mientras estamos sentados junto a este roble. Sus valores, tan diferentes a los de la ciudad, crean una ronda de calma y paz para atender homogéneamente a relatos sobre una mirada profunda para con la tierra y la naturaleza, el respeto y el ser. Nos cuenta tradiciones, nos cuenta sobre el chaman, las plantas y sus dones, sobre tragedias y llantos, sobre la tierra y el dueño del asfalto.
Las Ruinas de Quilmes ocupan aproximadamente treinta hectáreas y están ubicadas cerca del cerro Alto del Rey. Parte de lo que se puede visitar hoy es la reconstrucción que realizo la Universidad de Buenos Aires en 1977 de solo una pequeña pero imponente parte del total de la ciudad sagrada. Dicha reconstrucción son cimientos de los viejos hogares de la antigua comunidad indígena que se observan como laberintos de rocas apiladas, cuadrados que están llenos de historia. Imagino sus fantasmas dando vueltas entre las viviendas como si fueran imágenes de una película. Chicos jugando en las afueras de estos muros, una madre alimentando a su recién nacido, cientos de personas cruzando los pasillos y en lo alto del cerro un hombre vigilando como lince el horizonte. Nadie nota mi presencia, acá el fantasma soy yo. ¿Y que paso con el Machu Pichu Tucumano? Lo mismo que en Perú. Los fragmentos del tiempo nos acompañan mientras paso a paso nos acercamos a la cima.
La historia comienza mucho antes de la llegada del europeo, cuando el indígena no conocía a los caras pálidas y vivía preocupado por un invasor más próximo: los Incas. Sí, hay espacio y tiempo antes del inicio mismo de la historia, hay relatos escondidos que quedaron sin testigos o con algunos pocos cuentos y leyendas. Quizás las montañas algún día revelen aquellos curiosos tesoros escondidos de memoria. Hoy nos conformaremos con contar un nudo que hasta la actualidad no parece tener desenlace.

En 1667 los Quilmes sufrieron su más importante derrota militar a manos de los españoles. Luego de que se vieran privados del consumo de agua y sus tierras fértiles la comunidad fue obligada a abandonar sus tierras y a realizar un éxodo con más de 6000 personas. Aquellos pocos que sobrevivieron se situaron en las orillas del Río de la Plata donde terminaron de ser sometidos. De allí el nombre de la ciudad ubicada a 35 Km. al sur de Capital Federal ¿Quién diría que incluso la cerveza más popular argentina arrastraría en su nombre una huella tan auténtica?
Desde 1770 los Quilmes y los Amaichas pudieron mantener hasta el día de hoy parte del territorio de la banda este del río Santa María mientras que el territorio restante fue inscrito en el Registro de la Propiedad de la Provincia de Tucumán a nombre de los usurpadores. Y las manchas continúan hasta el día de hoy. Tuvieron que no solo pagar tributos por el uso de su tierra y entregar dos tercios de las cosechas o el 50% de la cría de animales al Estado, sino también trabajar gratuitamente para poder acceder a los derechos que, ya desde la corona española, fueron otorgados. Estos a pesar de ser utilizados como derecho consuetudinario en la jurisprudencia de la actualidad, nunca fueron reconocidos totalmente validos desde el Estado. El titulo de propiedad, que repetidas veces vi inscripto en las paredes de los museos arqueológicos de la zona de NOA, citaba:

Bajo cuyos límites damos la posesión Real, temporal y corporal al susodicho cacique, para él, su indiada, sus herederos y sucesores. Y ordenamos al gran Sánchez, que está a siete leguas de Tucumán abajo, deje venir a los indios que le encomendaron por el referido tiempo de diez años, para que instruidos volviesen todos a sus casas como dueños legítimos de aquellas tierras, para que las posean ellos y sus descendientes


Vertices y aristas

Y un nombre conocido es repetido con indignación por la boca de nuestro compañero. En los 90`se otorgó la concesión del territorio al empresario Héctor Cruz por diez años a cambio de un canon de ciento diez pesos mediante el consentimiento del entonces gobernador de Tucumán “Palito” Ortega. Este empresario causo un daño irreparable en la zona con la construcción de un hotel, que todos podemos observar con su respectiva pileta desde las aturas del cerro, dentro del lugar arqueológico, sin el consentimiento de la comunidad y sin pagar un solo centavo. A los ciento diez pesos miserables se los llevo el neoliberalismo de esta época y la tierra como siempre es para quienes más tienen ya que sean o no sean “culturas originarias” el problema de la distribución sigue siendo el mismo. Cruz el artista nativo es un gran empresario y demuestra con sus actos los valores de su tierra. La pachamama llora de vergüenza entre museos y hoteles. Pero esta madre no deja tirados a sus hijos y les otorga a la comunidad la fuerza para movilizarse y luchar. En 2007 los descendientes de los Quilmes cortaron el acceso a las ruinas en señal de protesta, y el 13 de diciembre desalojaron por la fuerza a Héctor Cruz quien aun hoy pretende seguir explotando la zona. Actualmente los juicios continúan pero diversas apelaciones le dieron la razón a los descendientes que se encuentran acá, a los lados de la Ruta 40, entre el camino de Amaicha y Cafayate.

Llegar a la cima

Hay remembranzas de noticias que son ocultas hasta que la sangre es derramada por algún luchador para recordarles a los individuos del asfalto que esta tierra también es suya, que estas venas también formaron su carne y que cada llanto silenciado no es más que un grito acumulado, próximo a estallar. Ahora son solo sonidos de la naturaleza los que se oyen pero palabras agudas las que invaden las reflexiones.
El ultimo respiro profundo para el último escalón. Compartir un minuto de silencio con un grupo de extraños hace que la montaña arme un vínculo sin nombre, ya que todos se hipnotizan con la explosión de sus sentidos y saber que uno no siente todo esto solo, sino que en companía es cálido. Hay un sol tímido que de a poco se esconde, cuna perfecta para el descanso final de la aventura corporal consumada y el inicio del despertar de la historia esta relatada. Dice la leyenda que los cardos crecidos entre las rocas de estos valles son los espíritus de los Quilmes, los Amaichas, los Tafies. Sus siluetas pronunciadas nos observan inmóviles mientras la noche apacigua el día. Late el espíritu en su ritual y los hijos vuelven a la ciudad sagrada cuando las estrellas brillan fuertes en el firmamento.

domingo, 20 de febrero de 2011

Tafi del Valle



Una primera impresión, una primera pregunta ¿Cuántas vidas se perdieron en Potosí para confeccionar los platos de plata de los antiguos dueños de la famosa “Casita de Tucumán”?
Segunda impresión, una certidumbre: aires de otros tiempos, la historia que conocemos desde siempre, que de tanto conocerla a veces se nos olvida. Un pilar más del imaginario colectivo llamado cultura argentina que se impregna en las entrañas de este icono indisoluble de historicidad.

De a poco el asiento se hunde. Una nube atrevida quiere dejar de volar para pisar los montes verdes y junto con estos tapones en los oídos me da conciencia de la altura. Pierdo mi vista entre la vegetación, cortinas guardianas de los secretos de los valles calchaquíes, mientras el sol se esconde de a poco detrás de los horizontes diagonales, triangulares de los montes. Callan las gargantas hasta que derepente la noche silenciosa nos despierta con el brillo de miles de centellas reunidas en lo bajo del valle… Tafi del Valle.

Abrir la carpa al amanecer y ver sorprendida el paisaje que a la noche no pude distinguir fue una de las sorpresas más dulces del viaje. El pueblo es chico y recubierto de caminos llenos de vistas increíbles a un verde uniforme. Con razón llaman a Tucumán el jardín de la republica… sus jardines son un polvo especial de flores sobre mi nariz que despierta sales a las mejillas de mis reflexiones. En la cima del cerro de la cruz hay un viento, una brisa perfumada que trae a mi olfato la esencia de pétalos rojos, rosas, blancos… colores que brillan desde este verde alimentado por el río de miles de manchas blancas, rocas quizás, de un valle con ecos de pueblo en los viejos escondites de los tafies. Una mariposa blanca hace posar mi vista a mi paralela altura, cientos de Km. Hay una muralla de tierra algodonada en verde oscuro y un triangulo que roza su extremo al cielo tocado por nubes cargadas de ansiosa lluvia. Que llueva!! Las lágrimas del cielo serian la última conexión con el aire.
Mis ojos se saturan, mis oídos son dulces, el silencio es acompañado por el cantar de aves y grillos.

Y luego de haber estado tan alto, el valle nos sopla su historia. Nostalgia, tristeza de un pasado distante representado en cientos de fragmentos cerámicos. Rostros de gente que ya no esta cruzan mi mente mientras Julia con su mirada profunda hace sentir al lugar vivo. Caminando a pie por las calles de Tafi hay una reliquia de 1718 a dos aguas de paja y adobe. Construcción de una historia que vengo arrastrando desde Alta Gracia y San Ignacio, pero que esta vez me despierta de una manera diferente a pesar de que su tamaño no sea el de las imponentes ruinas de Córdoba o Misiones. Y como en aquellos rincones, su belleza alberga una mancha, como la historia misma. Esta tierra en los 70` sufrió, como cuerpo humano, la invasión de un virus a cada célula de su ser. Acá también hay un hueco lleno de preguntas con olor a un pasado negro y cercano. Que curiosidad tan grande, que secretos guardara este agujero escondido detrás del altar. Dudas que también se ruinarán conmigo en el próximo destino que nos marca la Ruta 40: Amaicha del Valle.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Tren a Tucuman



Hay un techo metálico excedido en aislantes y bolsas de dormir.
Hay un techo con acumulaciones de un humor ansioso, tranquilo y perezoso, extraña combinación.
Hay un techo con un imaginario de nuevos cielos, soles, tierra y agua.
Hay un techo con vista a los campos más amarillos y verdosos, llanuras infinitas que adormecen el alma.

“¿Qué es lo que te llama tanto la atención de la aburrida llanura?”
“Su horizonte, su infinito. Uno aprecia mas la redondes de la tierra.”

Hace aproximadamente 9 horas que el vaivén propuso convertirse en nuestra cuna y aun faltan 16 horas más, imperceptibles, el sueño es mi salvador y un boleto de $60 para un asiento de primera mi consuelo. Un valor bajo en este gusano verde frente al valor real que sucumbe en las mentes de los viajeros durante el enero de todos los años. Fechas marcadas con matices traídos de diferentes paisajes, olores y sabores. Libros y cartas son los favoritos en este tren; Wilde, Galeano, Benedetti y Freire son algunos elegidos; y claro qué es de una buena lectura sin el más sabio de todos, el mejor compañero: el MATE.
Los personajes son casi uniformes, claro hippies… pero donde esta la remera de Bob Marley? Y ahí estaba a tan solo dos asientos de distancia.
Son locos despeinados, desesperados por una soltura de cuerda de las
ataduras rutinarias, transeúntes con zapatos que hoy visten alpargatas. ¿Libertad? Claro que no. Pero nos encanta, viajeros, imaginar que este sueño existe con cada sorbo de mate entre amigos, con cada caricia de agua en el arroyo o el río, con cada mirada sorprendida ante esta naturaleza, con cada sonrisa de un primer encuentro de extraños. Hay algo que me hace querer conectar con mi tierra, la curiosidad, esa mirada extraña frente al nuevo doblez del mapa llamado Argentina. Un doblez que me muestra nuevas vías de naufragios con ilusiones celestiales para quienes viven horarios sin respiro. Se huele en el aire, deseos de descanso, deseos de escapatoria del cotidiano urbano de color gris. El viaje: el escape de los rebeldes. A no! Eso era el arte, pero… ¿por que no? Y este 2011 nos lleva a la paleta del pintor mas alegre de todas; no serán más que los sonidos de charangos y quenas las que dibujen en sus montañas norteñas matices de un cerro de siete colores. Para allá nos traslada esta cápsula de tiempo metálica: primera parada Tucumán.

lunes, 31 de enero de 2011

Buenos Aires otra vez...



Quiero escribir el comienzo pero mis manos inician el final. Maldita manía la mía de leer siempre no el primer sino el ultimo reglón de toda novela de ficción. La escritura parece contagiarse de esa manera de lectura y acá me atrevo a escribir el ultimo capitulo de una realidad.

“Salta – Tucumán – Buenos Aires” escribía un cartel en la ruta. Estoy volviendo y mientras miro la extensa arboleda que cubre las montañas de Salta mi corazón late lento, triste. Siento que el viaje no merece aun un cierre definitivo, que no ha concluido. Pareciera que he dejado mil cosas atrás, mientras las ruedas giran y mi mirada se pierde a través de estos vidrios fríos, algo se pierde en el camino. Deje, sí, miles de cosas viejas.
El viaje implica un movimiento y por ende un cambio. Un cambio no solo externo marcado por los kilómetros en la ruta, ya que el traslado no es más que una suerte para el turista; el viaje, el viajero, sufre en cambio una metamorfosis, disfruta un cambio interno.

“Concretar en la vida una experiencia hermosa depende de ti” Indicaba un cartel en la terminal de Tilcara.

Una experiencia, una enseñanza, una huella imborrable impregnada en la memoria individual y trasladada al colectivo a través de otros ojos. Nunca falta el familiar o el amigo que en la terminal te nota diferente y no es solo por un bronceado o peinado distinto, el cuerpo habla algún cambio. Ojala mi familia me note diferente cuando atraviese el umbral de mi puerta.
Y yo estoy acá sentada sintiendo que el viaje no merece un final, o más bien, no quiero que concluya. Si tan solo pudiera regresar cuando lo sienta necesario y no porque algo me lo exija. Rutina anual de apariencia interminable.
Y aun sigo buscando el cambio, apresurándolo porque me debo ir. Buscando mas haya de lo que mis ojos pueden ver en la ruta ¿De que se tratará esa especie de “epifanía”? Buscando algo más de la experiencia, viajando internamente, recordando:

Jugar a la guerra de bombitas de agua con nenes de un barrio alejado del centro de Cafayate; dormir en la cima de un cerro mientras los rayos de luz alumbran colores intensos en las montañas de Purmamarca; oír la armonía del charango y el bombo mientras los espectadores silencian en transe melódico en el bar de un pueblo; suspirar con la zamba de una pareja; escuchar el sonido del viento mientras el sol va cayendo en la comunidad Chalala de Jujuy; hablar de la búsqueda del nirvana con un australiano; tomar mate con un japonés y querer matar a una francesa por batir la bombilla en la yerba; oír hablar a Duende en las bases del pucara de Quilmes sobre la esencia de las plantas, los valores de la madre tierra y el Chaman; escuchar los pájaros cantar y el silencio de la multitud de dichas ruinas; ser perseguida por llamás; emborracharme en los laberintos de casas de Humahuaca mientras llovía; perderme por toda Salta después de un carnaval en Cerrillos oliendo a huevo, harina y salsa de tomate; aprender a bailar chacarera una tardecita; perder la noción del tiempo en Campo Quijano y vivir adelantada un día durante una semana; intentar subir a la Garganta del Diablo a las diez de la noche mientras garuaba y ver la infinidad de la oscuridad con centellas de Tilcara; disfrutar un futbol femenino en las lejanías del centro mientras la quebrada impone su lecho; bailar con Alma Jujeña o bailar gustosa en la calle; saborear las humitas mas ricas en Amaicha; enseñar a un canadiense bailar cumbia; notar como el viento dibuja ondas en el agua estancada de lluvia sobre el salar, ver como el cielo no tiene tierra, espejo de una tarde; que un porteño te de instrucciones sobre el consumo de coca; hacer dedo en la ruta; mirar; amar; gritar al viento; soñar…

Se que hay algo más en viajar.
Pero el tren me esta esperando, el regreso es inevitable. Aun así no regresa todo de mi. Una parte quedo acá arriba a los 4000 mts de altura sobre el nivel del mar. Un pedacito de mi alma quedo en el cerro siete colores, en el bar Entre Amigos, en el Dique de Campo Quijano y el cielo que pisaba en la blancura del salar. Un pedacito que se quiere quedar y se quedo, pero que en algún momento atravesara km y volverá en algún mate solitario con vista al cielo de mi patio en Bs As para susurrarme al oído su leyenda en las montañas norteñas.