sábado, 18 de septiembre de 2010

Tarde con trazos de lápiz multicolor.


Un lápiz trazó un "viajesito" desde la "terminal" Congreso, subiendo por Av Rivadavia, derecho por la Av de Mayo llegando finalmente a Plaza de Mayo.

Con cada paso el calor aumenta. La juventud se acelera. La calle se hace peatonal y la carne se fermenta con entusiasmo en la sangre.
Murga, color, cánticos, bengalas, música, banderas y hasta una representación rodean la cúpula del Congreso. Cuanto arte y cuantos jóvenes. Creerás que se trata de algún recital o de una fiesta, pero no. Es la prueba de que el estereotipo que hoy día tenemos acerca de nuestra adolescencia y juventud en la sociedad por medio de los medios de comunicación, aquella que muestra al chico violento, drogadicto y vago, es errónea. Los jóvenes construimos también y muchas veces somos nosotros quienes, irónicamente, damos lecciones a los adultos.
Hoy se cumple un año más de la Noche de los Lápices. Hoy se recuerda a los compañeros que aquel 16 de septiembre de 1976 fueron secuestrados, torturados y desaparecidos por haber luchado en reclamo de sus derechos como estudiantes. Aquel boleto estudiantil secundario que hoy se ve reflejado en la lucha estudiantil por la educación pública. Miles de alumnos secundarios, universitarios, terciarios, docentes y padres tienen una materia en común que se dicta en el aula de nombre “Plaza de Mayo”: reclamar mejoras edilicias y mayor presupuesto educativo. Más allá de las formas, más allá de los métodos, hoy todos se mueven por la misma razón.
Poco a poco la multitud se multiplica, se triplica. Una madre viene de trabajar con sus bolsas y libros para apoyar la marcha de su hija en silencio. Silencio porque no necesita decir nada, sus ojos reflejan el orgullo y tal vez un recuerdo no muy lejano de hace unos treinta años atrás.
Desde los balcones son muchos los que se aproximan a sacar fotos o a mirar la longitud de esta inmensa marcha que tiene memoria, que hace memoria. Mañana dirán que ocupó la longitud de diez cuadras. A ciencia acierta no lo sé ya que mire donde mire hay gente que abarca todo en el horizonte de estas calles.
Voy donde oigo el hermoso ruido de la fiesta barrial bajo una bandera que dice IUNA. Los estudiantes de arte no dejan de ser artistas nunca. Se lleva en la sangre, se lleva en cada manifestación, incluso mínima, de la vida. Bailan contagiosos al ritmo de la murga entre disfraces de payasos, lápices coloridos y carteles intervenidos por alguna mano pintora.
La música también es parte de la UBA y entre facultad y facultad se hacen paso los cientistas sociales con enérgica marcha entre la murga y el disfraz del añorado edificio único que divertidamente viste uno de los compañeros. Naturales y su bandera gigante amarilla. Cientos de banderas de todos los colores. Wipalas flameando tras deliciosos instrumentos nativos. Banderas de partidos políticos. Política… No es una mala palabra “personas adultas”, no es una excusa valida para deslegitimar ESTO.
“La educación es un derecho” se repetía en los escenarios frente a la Casa de Gobierno.
Los medios de comunicación publicarán mañana que un grupo reducido realizó escraches ante uno de los edificios porteños mas “bellos”. Intentarán describir los hechos de la manera más violenta posible. Otros disminuirán la participación activa de las estudiantes de universidades y harán hincapié en el reclamo secundario contra Macri. Otros por el contrario escribirán sentencias contra el gobierno nacional. Y pasado mañana serán muchos los que solo recuerden la imagen de un muñeco deteriorándose bajo las brazas del fuego. Pero este ojo, intento cronista, es testigo y sabe que esa sabana blanca que encabeza a los cuerpos marchantes tiene razón “A 34 años, los Lápices Seguimos Escribiendo”