sábado, 19 de junio de 2010

Viaje a "Fotorragia"



Un recorrido un poco mas próximo.

Punto de partida

Después de una larga mañana de trabajo en San Miguel pocas son las cosas que me arrastran a hacer un viaje de una 1hs y 40 minutos, si el transporte así lo permite, a la “gran ciudad porteña”. Pero antes tomo un descanso de la rutina y deposito en el colchón los kilos de mas que se apilaron esta mañana en mis hombros. El sol va rotando, cae.
Cuando uno tiene compromisos que cumplir los minutos no bastan. El reloj parece el estadio y los segundos los corredores de una maratón. La ansiedad mata al sueño, el tiempo a los minutos y la distancia al lugar.
Finalmente, aunque sumergida en los bostezos de la almohada, entre caprichos de vagancia y deseos de sumergirme en el mundo de los sueños, me levanto.
Corro como siempre, corro como aquellos segundos del reloj. Ahora soy yo quien les hace competencia. Pero el final ya esta dicho, vacile en el punto de partida y los pronósticos gritan que llegare última a la meta de nombre “Retiro”.
Los días de invierno son cortos y las luces empiezan a arder mientras transito por esta frontera que junto a su avenida y vías de tren separa a dos mundos polarizados. A la izquierda burbujas de cemento y vidrio que engloban al consumismo y una gran vida capital diferente a la realidad de la derecha, residuo de la primera. De a poco me voy acercando. El paisaje se torna cada vez mas verde y descubro una mezcla armoniosa entre edificios antiguos como la Facultad de Derecho que me recuerda a las fotografías de la arquitectura de Grecia o Roma, plazas amplias y limpias vestidas de césped y árboles tupidos, las avenidas mas transitadas y la contemporaneidad de las colmenas de concreto y vidrio a la distancia. Bella, soberbia. Recoleta: la cima de las pretensiones.

Llegar a la meta

El Centro Cultural Recoleta se encuentra lleno de un público masivo y joven que curiosea entre las diferentes expresiones de arte que se expondrán hoy en la tercera edición del Festival Ciudad Emergente.
Este Festival organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, presenta nuevas manifestaciones artísticas en un amplio abanico estético y estilístico: rock, pop, arte callejero, animación, poesía, moda, cine y arte digital. La idea es mostrar las nuevas tendencias que se vienen.
A pesar de su amplia oferta, sin duda lo que tiñe con su estética a cada día es la banda invitada que cierra el bloque. Esta noche tocan Nairobi y Mad Profession que hipnotizarán con dub rozando el reggae, estilos volcados en sonidos orgánicos, rítmicos y pegajosos de instrumentos y mezcladores, con ecos y reverbs. Como consecuencia me encuentro rodeada de muchas rastas, gorros afros y más de la misma salsa. Un reiterativo color jamaiquino.
Un fugaz momento de desorientación y me dirijo a la razón que interrumpió mi siesta.
Busco entre las diferentes salas la exposición fotográfica “Fotorragia” de Martín Bonetto, en la que plasma una selección de fotos que muestra sus experiencias cotidianas dentro del mundo del rock y sus protagonistas. De esta manera, el autor describe la obra como “una hemorragia fotográfica entre el sexo, droga, rock n roll, la ciudad, amigos y familia…”.
La sala se encuentra llena. Intento apreciar cada fotografía pero el cruce con tanta gente poco me permite ver y solo hago una superflua reflexión sobre todo el recorrido.
La exposición tiene énfasis en la escena del rock y desnuda al rockstar en sus fotografías más cotidianas, aquellas que alejan a Fabiana Cantilo, Charly García y Babasonicos del cielo de la portada de revista y los acerca más al mundo de los mortales con álbumes de familias y amigos.
La fotografía de Gustavo Cerati hace que me detenga unos segundos más a apreciarla y con remordimiento recuerdo la famosa canción que unos meses atrás compartí con los fanáticos de Divididos y Luca Prodan en un recital. No es casualidad la puesta en escena (al igual que el título de esta crónica), a la gente el tamaño de la imagen les produce la misma sensación que unos segundos atrás freno mi camino a la salida.
Lo malo es lo obvio. El gentío satura. La mayoría no viene a apreciar esta exposición con exclusividad como es mi caso, sino que esta de paso, buscando un poco de todo. Es una muestra mas, no protagonista, entre tantas otras de este festival.
La experiencia cultural se simplifica con glamour y cotidianeidad en un mismo lugar que sirve de imán para los que buscaban dosis efectivas de distensión e imágenes rebeldes y bellas.
Todo termina y el último tren me pide que corra… otra vez los segundos vuelan y compiten conmigo.