viernes, 5 de noviembre de 2010

Tarde de Arbolito


Las luces vuelven a apagarse. Cocineros ya termino de dar deliciosas recetas de canciones divertidas. Regaladas al publico con un poco de aire cordobés entre este juego de luces porteñas.
Por precaución nos invitan a resguardar nuestros impulsos corporales en el pecho. Tranquilos en sus puestos deben aguardar los fanáticos que saben cada tema de memoria. Esto es un teatro aterciopelado y hay que mantener las formas para no arruinar las decoraciones doradas del hermoso Teatro Cervantes.
Se encienden las luces en una danza divertida en medio de esta suave oscuridad. El público aclama en su entrada. Arbolito. Escuchados muy poco por la radio, no los conocía del todo, su nombre hacia ruido pero no estruendo. Muy pocas son las bandas que, sin conocerlas, me llenan en cada centímetro de piel con una película de placer melódico y armónico. Mis oídos son testigos de deliciosos instrumentos norteños combinados equilibradamente con la guitarra eléctrica y el bajo. Un poco de violín, un poco de charango. América bonita, mi América latina. Volver a las raíces y dejar aunque sea por un momento de lado los excesos de artificio. Eso es lo que muestra por momentos una pantalla gigante. Imágenes que recorren cada rincón inigualable de esta tierra. Me recuerdo bailando folclore en las peñas, me recuerdo viajando. Me recuerdo y así me sumerjo en este columpio de sonido y luces, de terciopelo y oscuridad. Haciendo de las percepciones simples un exceso de relajación.