
Es un lugar salido de una novela fantástica. Mezcla de magia, naturaleza primitiva y brillo. Decoraciones multiculturales con objetos extraños que expanden las paredes. Como si todos los mundos estuvieran encerrados en esta cajita llamada hostel. Y las personas, una más extraña que la otra, son el ingrediente justo para declarar al lugar “circo de viajeros”.
Mientras charlamos en el hall de entrada intercambiamos diferentes experiencias de vida con sonido de birimbao de fondo. La música, el viaje, el arte, el amor, la familia son nuestras materias en común. Gente particular, igual a uno pero diferente. Me siento algo incomoda y nunca pude descubrir que fue. En la comodidad algo hacia ruido.
Toda la pizza casera que en nuestras panzas pueda caber por solo 3 pesos nos dio un día más de ventaja para no llegar pronto a Buenos Aires. Pronto… en cualquier momento volver es pronto.