miércoles, 16 de junio de 2010

Noche en Capilla del Monte


Es un lugar salido de una novela fantástica. Mezcla de magia, naturaleza primitiva y brillo. Decoraciones multiculturales con objetos extraños que expanden las paredes. Como si todos los mundos estuvieran encerrados en esta cajita llamada hostel. Y las personas, una más extraña que la otra, son el ingrediente justo para declarar al lugar “circo de viajeros”.

Mientras charlamos en el hall de entrada intercambiamos diferentes experiencias de vida con sonido de birimbao de fondo. La música, el viaje, el arte, el amor, la familia son nuestras materias en común. Gente particular, igual a uno pero diferente. Me siento algo incomoda y nunca pude descubrir que fue. En la comodidad algo hacia ruido.

Toda la pizza casera que en nuestras panzas pueda caber por solo 3 pesos nos dio un día más de ventaja para no llegar pronto a Buenos Aires. Pronto… en cualquier momento volver es pronto.

El birimbao calló y dio lugar a que la guitarra echara acordes improvisados sumados a la melodía de voces con frases de cadáver exquisito. La mezcla de palabras sin sentido como la cancion Por nos causo gracia pero otros, que le dieron coherencia a las rimas, callaron a todos para sorprender. En mitad de la noche ya cuando todos se ven satisfechos de pizza y Fernet me escapo a la cúpula de vidrio a ver una vez más las estrellas. Miro el paisaje desde el segundo piso. Tan dulce que enamoraba, tan lindo que conquistaba. El cielo era un sueño y la noche fría. Fumaba, soñaba, reía y dormía. Volvía a despertar y volvía a reír. Volví a despertar por ultima vez y era de día. La magia terminaba no quería irme de este abrazo nocturno pero era hora de abandonarlo e ir a caminar el mayor reto del viaje. Las sierras nos esperaban inmensas. El cerro Uritorco no se hace esperar.