viernes, 18 de junio de 2010

Noche en La Falda


Oscurecía. La noche arrimaba su presencia en la enorme sombra que invadía la laguna y el dique. A los lejos los últimos vestigios de luz de un sublime color rosáceo que acariciaba las sierras. De fondo que mejor que canciones de Sabina para recordar un amor que se encontraba perdido en ese preciso momento en los bordes del Amazonas ¿Qué estará haciendo? ¿Qué estará pensando? Y como un corto mi cabeza recorre las imágenes con todos aquellos que dejaron huellas en mi memoria.
El mate: mi compañía obligada, El Túnel: mi compañía seleccionada. La ausencia de comida hace que recurra a los sabores amargos de la yerba y el agua caliente para saciar el hambre. Mmm... Ese olorcito a pizza casera es mortal, hay que distraerse con un poco de baile folclórico y una larga pero superficial charla con turistas comunes.
“El turista se traslada, el turista no viaja”
- Maribel mira!!!!!!!!- Asustada pensando que seguramente otro escorpión llamo mi aterradora atención, o peor aun para su espanto: un sapo, recurre a mi exaltado llamado. Pero no era nada de eso. Se corto la luz de todo el lugar. No solo en el camping, en todo el distrito, y si alzabas la mirada: el espectáculo de una ventana al universo.
- Mira que con este cielo despejado va a llover… Lo dudo mucho –
Dos horas después: la carpa bailaba, el viento era aturdidor y la desesperación empezó con la alerta de una mujer gorda que gritaba a su marido – ¡Juan, va a llover!- El cielo caía literalmente porque no solo arrastraba agua sino que piedras del tamaño de una pelotita de ping pong intentaba hacer añicos nuestro refugio, el cual tratábamos salvar del derrumbe inminente. Me sentía en la película “Capitán de Mar y Guerra” cuando las aguas pretendían tragar al barco en una feroz tormenta. Sobrevivimos pero los cuerpos de la mañana, que deberían partir a nuevos destinos que indicaría la suerte del dedo en la ruta, se encontrarían totalmente derrotados.