jueves, 17 de junio de 2010

Noche en Tanti


Las noches son frías como los días calurosos en este sector del mar de olas verdes. Sierras, ¿que mas?. Es un pequeño pueblo pero de calles grises, indicio de que falta aun recorrer más para descubrir al pueblo pueblo entre los valles de las sierras. Nuestro primer camping, nuestra primera carpa. Entre las curiosidades, la ansiedad, la tranquilidad, la noche de luciérnagas, los sonidos armoniosos, melódicos; caminamos en silencio. Pensando en el ahora, no existe nada mas, solo el ahora. Es extraña esta sensación, como si no existiera el pasado y no importara el futuro. Caminamos en silencio porque no necesitamos decirnos nada, queremos estar solas con nosotras mismas y el lugar. No quiero compartirlo, el simple comentario arruinaría el momento.
Hasta que la ansiedad por diversión irrumpe y rompo el pacto con alguna frase irónica, extraña, sin sentido, absurda. Luego... ¿De donde sos? introducción clave para lo que sería una larga y amena charla con artesanos de la feria. Pero me falta algo. Es entonces cuando entramos a un bar que por casualidad se cruzo en nuestro camino. El único a la vista, el único con gracia. Sentadas en una mesa bebemos lo dulce de un simple gancia mientras de fondo una banda de rock da un espectáculo diferente. Lo curioso: son todas chicas y la cantante con su imponente voz hace que hasta la canción más masculina de Guns and Roses se oiga con gracia. Transmite la simpatía de una Barbie y la potencia de una guerrera amazónica; y para colmo es más chica que yo… ¿envidia? Puede ser, no voy a negarlo.
Mojo mis pies en el río. Canto. Más bien grito canciones de Fito Paez y Charly. Pasan 15 minutos, media hora. Pasan las horas y sigo bailando al compás de la música que viene del camping vecino y el croak de los sapos que asustan a mi compañera de aventuras. Tal vez porque soy una ridícula, tal vez porque esta todo tan oscuro que nadie me ve; pero lo cierto es que absolutamente todos me oyen.